Puertas abiertas y migraciones: algo mas allá de coyunturas

En tanto la vida humana es multidimensional, coincidimos con Ariadna Estévez (2008) en que existe una obligación con ella desde diferentes áreas y desde los diferentes actores político-sociales del día a día (individuos, agrupaciones, universidades, ONG); obligación que no solo se circunscribe a lo material ni a lo metafísico, sino que concretamente se impone como una necesidad interdisciplinaria y una respuesta ética para que el posible desarraigo de esa persona que se mueve hacia otro país disminuya sus efectos, porque ante todo se humaniza y no se cosifica al ciudadano universal.

La viabilidad de un mundo con fronteras abiertas queda demostrada así, como algo que no se limita a lo que la academia discutió con el trabajo de Joseph Carens en 1986; tampoco es una noción exclusiva de nuestra contemporaneidad con tendencia multipolar, ni mucho menos es producto de los vaivenes propios de la política internacional, que mueve su eje hacia una u otra dirección según las proyecciones del momento.

Ciudadanía pues, no es poseer un documento o reconocimiento del orden jurídico-social, ya que trasciende en el tiempo y se asocia directamente con la esencialidad humana que reconceptualiza de forma copernicana los planteamientos clásicos sobre la ciudadanía como tema transversal en cuanto “al estatus legal, como membresía a un Estado, como participación, y como identidad” (Estévez, 2008). Cada vez que en Oceanía, África, Asia, Europa o América se entendió o se siga entendiendo esto, se desincentivarán las redes ilícitas, las políticas administrativas ad-hoc restrictivas y poco eficientes, las situaciones de marginación o discriminación, y se apalancará un progreso tecnológico con acento verdaderamente humanista.

La cuestión no es abrir o cerrar fronteras conforme a coyunturas, sino establecer una política de puertas abiertas permanente que repose en nuestros propios modos de actuar y donde se pueda comprender que los conciudadanos rescatamos la coexistencia porque si –como dice Lister– la ciudadanía puede significar lo que el interesado quiera que signifique, entonces hacemos nuestras las palabras de Carmen Bel Adell (2002), convencidos de que “estamos ante una forma de organizar y vivir la convivencia” digna de nuestro porvenir.

Articulo completo en Blog del Espacio Anna Frank, disponible en https://elblogdeespacioannafrank.wordpress.com/2021/02/03/puertas-abiertas-y-migraciones-algo-mas-alla-de-coyunturas-maiger-dalay-urbina-romero/ publicado el 03 de febrero de 2021.

  1. Hoy en día, el azote de la exclusión y el rechazo continúa muy presente, y vigente en discursos políticos, acciones internacionales y preferencias raciales. Aunque para la mayoría de las personas, el concepto de nacionalismo, rechazo en todos los niveles (económicos, culturales, religiosos, histórico), xenofobia, etc. Es raramente cuestionado y a veces lo encontramos válido por llegar a la conclusión inevitable que las naciones deben preservar sus intereses. Algunas personas incluso se enorgullecen del hecho de que nacieron arbitrariamente en una ubicación geográfica específica, esto tiene otra connotación individual, moral y ético, que es profundo y debemos considerar. Por desgracia, continúan sucediendo grandes problemas que conlleva, como la religión o las ideologías, a estas corrientes que carecen de sentido en el mundo.
    ¿qué explicación tiene entonces estas acciones hoy, estando en el momento más globalizado de la historia, donde tenemos una caída de barreras de comunicación, facilidad de viajes, movilidad, migración, culturas homogeneizadas? La respuesta es que hoy no se trata de modernizar las estructuras políticas. Pareciera que lo que persigue esta línea del siglo XXI es simplemente el miedo de abrir la mente a otras experiencias por falta de seguridad global, nacional y desde lo individual, mental.
    Considero que se necesita un tiempo extremadamente largo para cambiar estas practicas y entender realmente que solo mediante la consrucción de verdaderas políticas internacionales, educación de calidad, cero corrupción y resiliencia, dejaremos estas ideologías y prácticas que carecen de fondo. Por otra parte, eso no significa que las conversaciones sobre estos temas deben estar fuera de los límites o descartados; es muy impresionante ver y evaluar que luego de mucho tiempo evolucionando, generación tras generación, tecnológicamente y hasta mentalmente, sigan siendo sugerentes estos temas; aun asì, nada es nuevo, inclusive las ideologías parecen ser cíclicas en la historia de la migración. Y mientras así sea la vida, cíclica, estos temas se tendrán que estudiar, refrescar y debatir dìa tras dìa.
    Una vez Karl Jaspers, en el texto “Libertad y reunificación: Sobre las tareas de la política alemana” dijo: La idea del estado-nación es, hoy día, la desgracia de Europa y de todos los continentes. Mientras esta idea representa hoy la fuerza destructiva omnipotente en el mundo, nosotros podríamos empezar por analizarla y superarla desde sus raíces.

  2. En referencia al artículo, es importante señalar que un país que acepte un refugiado en su territorio y le otorgue la ciudadanía; es una forma de cooperar en brindarle identidad y protección para evitar que el país de su lugar de origen exija la deportación independientemente de las razones que conlleve una decisión de un extremo a otro. Por consiguiente, el Estado que recibe al refugiado debe comprometerse en el ejercicio y respeto de los DDHH que están contemplados en el Estatuto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 donde se asumen que los gobiernos deben ser garantes del cumplimiento de los derechos a toda persona que es objeto de persecusión debido a sus creencias políticas, religiosas o alguna otra razón que lo obligue a dejar su territorio para buscar garantizar una vida más segura. Por ello, este artículo también se refiere a uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, al objetivo #10: “Reducción de las desigualdades”. Una cita que expresa en la conceptualización de este objetivo ” Los refugiados y los migrantes, así como los pueblos indígenas, los ancianos, las personas con discapacidad y los niños se encuentran especialmente en riesgo de ser excluidos”. Es que las personas que se encuentran en situación de refugio, representa ser un sector más vulnerable porque se encuentran desamparadas y en la mayoría de las veces el país donde eligen para vivir, les da una respuesta tardía acerca de su status migratorio.

  3. Como humanidad, encontrar un balance entre diversidad y universalidad ha sido un reto constante, establecer valores generales pero basados en principios diferentes ha sido un reto que dentro de muchas sociedades todavía no ha podido ser alcanzado, incluso las mas diversas sociedades occidentales pueden pecar de cerradas dentro de sus propios principios (al confundirlos por universales) cosa que irónicamente puede ir en contra de sus propias bases, por no ir muy lejos el caso de EEUU, país que tiene por tener la Libertad como principio fundamental y la migración como una de sus bases históricas pero que cada vez entra más en conflicto con ambas cosas.

    Por lo tanto, haciendo una reconceptualización de aquellos principios y valores que si pueden ser universales, aceptados por todos, no se nos puede escapar el mencionado “Ius Migrandi” como derecho fundamental, base no sólo etica y moral, sino ya comprobada como factor para la mejora material de la humanidad. Cada uno de los Objetivos de Desarrollo sostenible tiene al menos una de las dos aristas, moral (Igualdad de Genero, Paz Justicia e Instituciones Sólidas) o material (Erradicar la Pobreza, Trabajo decente y crecimiento económico), por lo que al estar comprobado como un principio de ius migrandi universal, que además cuenta con base histórica y cultural, desde la mas utilitarista de las valoraciones lo hace como una posibilidad que con creces daría beneficios mucho mayores a los costos políticos y económicos que podría traer, ya no para cada Estado, sino para la Humanidad como conjunto.

  4. La migración, objeto de cooperación y desarrollo sustentable.

    Nos encontramos ante un mundo complejo, líquido, en constante cambio; donde los procesos migratorios están siendo transversalizados y reconceptualizados para atender los factores multidimensionales que componen la individualidad humana. Esta coyuntura amerita la implementación de acciones enmarcadas en la gobernanza global, donde, el multiverso de actores (Estados, regiones, localidades, ONGs, multinacionales, universidades, actores individuales, entre otros) puedan cooperar en redes de acción interconectadas, en las que cada uno, pueda responder a las consecuencias del desarraigo que sufren más de 70 millones de personas refugiadas, desplazadas y apartadas; respuestas que pueden ser coordinadas desde las competencias específicas de cada actor.

    Los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), en su agenda 2030, presentan una herramienta de cooperación internacional entre gobiernos e instancias no estatales para abordar problemas actuales y futuros, incluidas, las nuevas rutas, tendencias y modelos migratorios.

    Reducción de las desigualdades y pobreza, salud y educación de calidad para todos, prosperidad económica y cuidado del medio ambiente son tan sólo un puñado de puntos, arraigados en la esencialidad humana de todos aquellos que salen de sus fronteras en busca de un futuro próspero y libre de violencia. Es preciso que para poder cumplir con los ODS, se les de a estas personas, como ciudadanos del mundo, la capacidad de integrarse nuevamente en una sociedad que no los discrimine por su género, orientación política o religión; que los integre activamente en programas de inclusión laboral y educativa, que puedan tener acceso al mercado laboral, que cuenten con una buena salud y nutrición, entre otros. A parte, hay que entender que estos objetivos no sólo suponen una muestra de ayuda y solidaridad, también existe una relación que puede ser provechosa para quienes acogen, ya sea por fomentar una mayor cooperación intercultural, como, de innovación en distintas áreas gracias a las nuevas cosmovisiones que se anexan, que suman.

    De esta forma quiero concluir con mis disertaciones resaltando el hecho de que la migración y el refugio están protagonizados por seres humanos, personas que como tu y como yo cuentan con necesidades materiales y psicológicas, gente que ha pasado por tiempos difíciles y sumamente complejos, por ende, creo firmemente que todos somos ciudadanos de un mismo mundo y tenemos el derecho de rehacer nuestras vidas y que los distintos líderes mundiales, enmarcados en la gobernanza global, deben apoyar a la humanidad mediante una cooperación efectiva y haciendo uso de herramientas como los ODS.

  5. Sin duda, la reconceptualización de la ciudadanía, y la concepción de un mundo globalizado donde los flujos migratorios no estén restringidos por barreras estadales es un reto para el mainstream académico. Dentro del espectro político, comunicacional, e incluso investigativo se ha vendido a los flujos migratorios como asuntos ajenos y problemáticos para la sociedad. Es común observar la manera en que se cosifica o materializa este fenómeno internacional. A partir de esta perspectiva derivan medidas deshumanizadas que vulneran aún más las realidades de estos individuos.
    Por tanto, en la labor des-cosificar este fenómeno, es necesario resaltar una perspectiva analítica distintita, una perspectiva que refleje la forma mediante el cual la cooperación se puede conjuntamente desprender de esta visión restrictiva y estatocentrista. Bajo este marco, de acuerdo a la ponencia de Tahina Ojeda (2020), la concepción de medidas de cooperación para el desarrollo dentro de las RR. II. nacieron como un instrumento de la política exterior, por tanto, aún en la actualidad podemos visualizar la materialidad de los objetivos de fomentar la cooperación. En este sentido, en un mundo cada vez más globalizado la idea de un control de fronteras centrados en intereses estatales resulta totalmente ineficaz.
    Es precisamente allí donde reside nuestro problema, así como es esencial reconceptualizar la ciudadanía para brindar un nuevo enfoque de fronteras abiertas, es necesario concebir una definición de cooperación que incluya una multipolaridad de agentes y que se dependa en menor medida del núcleo estato-centrista. Si bien el papel del Estado es vital para el sistema internacional de cooperación, la ampliación del campo de acción de los actores es vital dentro de estas consideraciones. Ojeda (2020) menciona que actualmente existe una mayor implicación de actores de diversa naturaleza con capacidad de generar y participar en las relaciones internacionales buscando influir en la toma de decisiones.
    En este nuevo marco de interconexión para el desarrollo de la cooperación, la agenta de 2030, sin duda, representa el camino a seguir. En este plano el papel de los nuevos actores debe incluir al migrante y refugiado para dar una nueva perspectiva y un mayor alcance a brindar soluciones sostenibles para el desarrollo. En este sentido, Foresti plantea en la guía de Migración y Agenda para el Desarrollo Sostenible que “la migración no es un problema de desarrollo que debe solucionarse, sino un mecanismo que puede contribuir a la consecución de los objetivos” (2018). Por tanto, el papel del migrante está estrechamente vinculado con el logro de estos objetivos, pensar en objetivos como el de educación de calidad conlleva necesariamente a expandir las oportunidades de recibir educación de distintos niveles a estos individuos, y en el desarrollo del mismo participan una serie de actores que se desligan del núcleo estatal. Hablamos de un sinfín de organizaciones que promueven el acceso a educación a migrantes y refugiados, que en este proceso contribuyen no solo a la formación de estos individuos, sino a la misma producción de conocimiento necesaria para el desarrollo sostenible.
    El papel de estos individuos no solo se circunscribe a este entamado de los objetivos, de hecho, como individuos en sociedad promueven el alcance de los mismos, ya sea en la promoción del trabajo decente y la consecuente reducción del trabajo forzado y esclavitud moderna, y en la reducción de las desigualdades. Estos dos últimos objetivos están vinculados directamente al accionar de los migrantes y refugiados.
    En general, considero que el sesgo con respecto a la realidad de las diferentes movilizaciones migratorias y de refugiados pasa por el concebir a la misma como un objeto y no como un elemento propio de la realidad que contribuye a la concepción de una realidad más segura para todas las personas que se movilizan. Bajo nuevas conceptualizaciones conseguiremos un avance en la consecución de las ODS, que incluye necesariamente la participación conjunta de la academia, de la sociedad civil, del sector privado, del gobierno, y del mismo involucramiento de los migrantes y refugiados. Finalmente, en cuanto al planteamiento de una realidad de puertas abiertas, pasa indefectiblemente por rescatar el valor verdadero de lo humano y de restructurar nuestras formas de pensamiento en cuanto a la cooperación y a la concepción de una verdadera coexistencia.

  6. La migración se ha vuelto un tema central en el manejo político de la gestión de las fronteras durante esta pandemia. La concepción de una política de fronteras abiertas, en un mundo donde las fronteras nacionales aún merecen la máxima protección internacional, la libre circulación de personas ciertamente se presenta como algo para lo cual las circunstancias adecuadas para su reconocimiento efectivo están por definirse. Este nuevo escenario de puertas abiertas, aunque es presentado como una idea utópica, es factible en tanto la movilidad humana deje de presentarse como una potencial amenaza al orden establecido.
    Sin lugar a dudas, es necesario establecer nuevas conceptualizaciones, esto lógicamente reclama un cambio a nivel cultural y de paradigmas que permitan abordar los temas migratorios desde todas sus vertientes y no solo desde las necesidades de cada país. Por otra parte, la concienciación de la sociedad acerca de la necesidad de las migraciones, esto implica preparar y dar respuestas adecuadas a las situaciones que se crean por la movilidad.

    En este sentido, una política de fronteras abiertas presenta algunos retos entre ellos la libertad de circulación y residencia, pues los países sostienen que su regulación forma parte del dominio reservado de su soberanía. La noción de soberanía estatal continúa dependiendo del control exclusivo de un territorio específico y sus fronteras. En consecuencia, la espontaneidad de los flujos migratorios sigue condicionada por las instituciones estatales. Para concluir, la cooperación internacional no solo puede alentar y facilitar el establecimiento óptimo de políticas de puertas abiertas también, debe dar respuesta a mejorar los mecanismos de control, brindar asistencia y proporcionar un marco de armonización de estrategias y políticas que den respuesta a los fenómenos migratorios y a una nueva concepción ciudadanía.

  7. Comprendiendo que vivimos en un mundo globalizado, me sorprende el sesgo existente sobre la migración, pues no se toma como un proceso natural, sino como una problemática que debemos exterminar. Creo que para poder avanzar como sociedad debemos eliminar este sesgo, y entender que los procesos migratorios son elementos de la realidad mundial y una consecuencia directa de la globalización.
    Está en manos de los actores estatales y no estatales buscar la cooperación para abordar el tema, y en conjunto buscar soluciones viables a la crisis migratoria mundial, pues sin cooperación en un mundo donde reina la gobernanza global, nunca se podrá mitigar la crisis.
    Tomando en cuenta, que tene una agenta para el desarrollo sostenible 2030, no existencia la urgencia por mejorar la situación de personas desplazadas que en realidad debería haber, los ODS contemplan la necesidad de acabar con la pobreza mundial, ofrecer una vida digna a todas las personas, eliminar las desigualdades y discriminación, entonces, ¿cómo podemos lograr estos objetivos, sin transformar las estructuras actuales ni proteger los derechos dee millones de afectados por la crisis migratoria?

  8. Sin duda alguna la cuestión fronteriza es un tema donde el Estado posee el monopolio a nivel mundial, tal vez de este punto radiquen la mayoría de conflictos entre culturas. Lograr que estas se vuelvan cada vez más porosas ha de ser una meta para la comunidad internacional, para que de esta manera las fronteras no sean una cuestión que, en ocasiones, se vuelva tan rígido que el sentido de pertenencia a ser “ciudadano universal” se vea menoscabado para las generaciones actuales y venideras.

    El nivel de integración, a veces, puede tener un carácter ambivalente, pues vemos casos donde dependiendo de una nacionalidad el trato en un país distinto al natal puede ser muy beneficioso, como también por otro documento de identidad, la xenofobia es el pan de cada día.

    El Estado se puede valer de distinciones culturales según el orogen de los individuos para declarar quién es apto para vivir en qué país. Y es allí donde la privatización (en el sentido de individualidad) de las fronteras tiene que darse, por el bienestar mundial, ser más laxo con temas migratorios, fueren por los motivos que fueren, pues los individuos somos quienes fomentamos la cultura, los que la modificamos, o la creamos. Eso no lo hacen las leyes, ni las políticas de integración (en ocasiones hipócritas).

    Cada día es más evidente que el rol del Estado genera más muros que puentes para la integración, la cooperación y la evolución cultural del mundo

  9. La migración al ser un fenómeno dinámico necesita de la construcción de espacios de diálogos interculturales, como estrategia que permitirta compensar las erróneas políticas de asimilación cultural, que a lo que menos apuestan es a la integración de migrantes en las sociedades de acogida. Es por ello que, consideramos favorable que la politica de puertas abiertas debe estar muy vinculada con el derecho de la libre circulacion y el principio de la no discriminación.
    Si bien, los medios de comunicación en vez, de generar estereotipos, imágenes falsas e ideas equívocas acerca de migración deberian, más bien, hacer enfasis en que segun Estrada (2015) “las migraciones a lo largo de la historia de la humanidad han sido el factor fundamental del desarrollo cultural”. Muy distinta a la realidad que nos venden los medios de comunicación.

  10. El otro día en un café escuché “Nueva York ya no es lo mismo, se ha perdido la esencia propia de los Estados Unidos y lo que se aprecia es la multiculturalidad”.
    Si bien fue un comentario en tono despectivo, sin duda alguna representa la realidad o la consecuencia del proceso de globalización que atraviesa hoy en día la sociedad internacional, donde las fronteras han ido disminuyendo y la personas cada día se desplazan más. Sencillamente el mundo entró en una carrera que pareciese no tener freno. Y ello ha traído una serie de retos que hoy enfrentan los Estados y a los cuales hay que hacerles frente.
    Y aquí me tomo el atrevimiento de ir en disonancia con lo planteado en el artículo, si bien el desplazamiento de la población y el intercambio intercultural no es algo nuevo, la facilidad con el que el mismo se da en pleno siglo XXI sin duda alguna fomenta estos procesos de multiculturalidad que se ven cada vez más presentes.
    Ahora, si bien diferimos en el catalizador de estos procesos, podemos coincidir en los retos que ha supuesto los desplazamientos masivos para la sociedad internacional. Los vacíos legales de la política migratoria donde millones de personas se ven expuestas frente a rutas que atentan contra su seguridad e integridad, ya que carecen de mecanismos de protección, que les garanticen la dignidad humana. Ante lo cual, los Estados pareciesen “sordos, ciegos y mudos”
    Por otro lado, considero importante resaltar que lastimosamente existe una concepción social, desde la xenofobia e incluso desde la ignorancia, que impide que estos mecanismos sean ejecutados. He allí donde sin duda alguna creo en procesos de cooperación con diferentes actores no estatales, donde la sociedad civil, como se expresa el artículo, puede ser un actor fundamental para que este rechazo colectivo contra migrantes sea mitigado para impulsar una política de puertas abiertas, donde los refugiados no sean visto como escorias que llegan a un país a robar oportunidades laborales, sino como los mismos contribuyen con, por ejemplo, los objetivos de desarrollo sostenible.
    Ahora bien, con respecto a la implementación de una política sobre fronteras abiertas, no sé si tengo una visión idealista al respecto. Creo que es importante llevarlo ante un proceso de discusión y debate, que probablemente ya se da en las altas esferas, pero que ante lo cual todavía no tengo una opinión formada al respecto. En lo que, si creo, es en una política de puertas abiertas desde la coexistía y la cooperación, donde se creen puentes entre los migrantes y la sociedad a los que están llegando. Ver la multiculturalidad como un reflejo de una sociedad globalizada, que es capaz de vivir en sintonía. Y no desde el desdén o desde una visión equívoca de seguridad. Llegar a Nueva York y encontrarse un food truck venezolano, sin duda alguna considero le da un valor agregado a la ciudad que nunca duerme.

  11. El otro día en un café escuché “Nueva York ya no es lo mismo, se ha perdido la esencia propia de los Estados Unidos y lo que se aprecia es la multiculturalidad”.

    Si bien fue un comentario en tono despectivo, sin duda alguna representa la realidad o la consecuencia del proceso de globalización que atraviesa hoy en día la sociedad internacional, donde las fronteras han ido disminuyendo y la personas cada día se desplazan más. Sencillamente el mundo entró en una carrera que pareciese no tener freno. Y ello ha traído una serie de retos que hoy enfrentan los Estados y a los cuales hay que hacerles frente.

    Y aquí me tomo el atrevimiento de ir en disonancia con lo planteado en el artículo, si bien el desplazamiento de la población y el intercambio intercultural no es algo nuevo, la facilidad con el que el mismo se da en pleno siglo XXI sin duda alguna fomenta estos procesos de multiculturalidad que se ven cada vez más presentes.

    Ahora, si bien diferimos en el catalizador de estos procesos, podemos coincidir en los retos que ha supuesto los desplazamientos masivos para la sociedad internacional. Los vacíos legales de la política migratoria donde millones de personas se ven expuestas frente a rutas que atentan contra su seguridad e integridad, ya que carecen de mecanismos de protección, que les garanticen la dignidad humana. Ante lo cual, los Estados pareciesen “sordos, ciegos y mudos”

    Por otro lado, considero importante resaltar que lastimosamente existe una concepción social, desde la xenofobia e incluso desde la ignorancia, que impide que estos mecanismos sean ejecutados. He allí donde sin duda alguna creo en procesos de cooperación con diferentes actores no estatales, donde la sociedad civil, como se expresa el artículo, puede ser un actor fundamental para que este rechazo colectivo contra migrantes sea mitigado para impulsar una política de puertas abiertas, donde los refugiados no sean visto como escorias que llegan a un país a robar oportunidades laborales, sino como los mismos contribuyen con, por ejemplo, los objetivos de desarrollo sostenible.

    Ahora bien, con respecto a la implementación de una política sobre fronteras abiertas, no sé si tengo una visión idealista al respecto. Creo que es importante llevarlo ante un proceso de discusión y debate, que probablemente ya se da en las altas esferas, pero que ante lo cual todavía no tengo una opinión formada al respecto. En lo que, si creo, es en una política de puertas abiertas desde la coexistía y la cooperación, donde se creen puentes entre los migrantes y la sociedad a los que están llegando. Ver la multiculturalidad como un reflejo de una sociedad globalizada, que es capaz de vivir en sintonía. Y no desde el desdén o desde una visión equívoca de seguridad. Llegar a Nueva York y encontrarse un food truck venezolano, sin duda alguna considero le da un valor agregado a la ciudad que nunca duerme.

  12. La política de fronteras abiertas, ha sido considerada como una solución poco realista y difícil de alcanzar. La libre circulación de personas suele ser presentada como algo para lo cual los Estados no están preparados. Por ello, es necesario despojarse de las nociones preconcebidas en torno a la migración y alcanzar nuevas conceptualizaciones que permitan el intercambio de experiencia y buenas prácticas entre los actores internacionales que den paso a una nueva visión de la movilidad humana. La cooperación internacional es clave para responder a los desafíos de una política de fronteras abiertas que se traduzca en un marco mundial coherente.

    Paradójicamente, aunque la libertad de circulación de personas es un derecho básico de todos los seres humanos, ha estado sujeto a quienes lo deciden suspender o restringir. La migración no es un fenómeno de actualidad, siempre ha estado presente. Sin embargo, está ha venido acompañada de discursos xenófobos y racistas que han creado un sesgo entre quienes pueden migrar y quienes no. La cooperación no sólo debe darse entre los actores internacionales tradicionales, por su carácter multidimensional es necesario que sea abordada desde los diversos sectores dentro de las esferas públicas y privadas.

    La Agenda 2030 reconoce que la migración es un poderoso impulsor del desarrollo sostenible. Es urgente un cambio radical de las políticas migratorias que abogan por un control más restrictivo y por el cierre de frontera, por políticas que impliquen preparar y dar respuestas adecuadas a las situaciones que se generan por la movilidad de personas. Finalmente, considero que el debate entre fronteras abiertas o cerradas, corresponde más a las realidades políticas de los Estados que a otros aspectos como los económicos sociales y culturales.

  13. El Estado como ente regulador eficiente de las interacciones humanas se pone en entredicho cuando de migraciones hablamos. Las políticas de fronteras cerradas responden a una serie de demandas sociales que, suponiendo una democracia, son materializadas gracias a los mecanismos de presión efectiva, captando la atención por parte del gobierno de turno. Esto convierte a la realidad migratoria en un péndulo que nace por la colisión de los intereses gubernamentales y las demandas sociales de grupos contrarios a las ideas de apertura. Esta relación exhibe como la movilidad humana comandada por el papel del Estado relega su categoría de derecho fundamental a una realidad coyuntural, convirtiendo al papel protector de los Estados que abanderan los DD.HH en no más que un espejismo.

    En este sentido, este espejismo dentro de las bases del Estado crea un gran vacío estructural que termina afectando a los migrantes y refugiados. Como bien plantea el artículo, una respuesta ello seria un mundo con las fronteras abiertas, que en mi opinión es un objetivo de compleja materialización, pero esa posibilidad no contrarresta que el camino se demarque en esa dirección. Asimismo, herramientas como el dialogo intercultural efectivo, la aceptación de las ventajas económicas de la migración (derivando en el reconocimiento del derecho al trabajo) y la unificación de los esfuerzos privados para dar respuestas mas efectivas a la realidad migratoria, son grandes pasos que como sociedad se pueden alcanzar, con mucho esfuerzo y voluntad.

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